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La otra historia del Estadio Nacional sale del olvido y se llena de memoria

El estadio Nacional, sede el sábado la final Chile-Argentina de la Copa América 2015, tiene una larga trayectoria de acontecimientos deportivos y fiestas musicales desde su inauguración en 1938, pero sus pasillos, escotillas y vestuarios guardan también una historia lúgubre que busca salir del olvido y llenarse de memoria.

"El olvido está lleno de memoria", dice un verso de Mario Benedetti reproducido en aquellos lugares de Chile que fueron empleados como cárceles, centros de tortura o campos de exterminio. El estadio Nacional va también en camino a transformarse en un sitio de memoria.

Este coliseo fue en 1973 la prisión de más de 40.000 hombres y mujeres, chilenos y de otras 38 nacionalidades, muchos de los cuales sufrieron la tortura y no pocos la muerte a manos de los subordinados de Augusto Pinochet.

El 26 de junio, con ocasión del Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Tortura, la directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), Lorena Fries, exhortó al estado chileno a resolver sus deudas en esa materia.

"Es una vergüenza que medios como la BBC y The Times consignen que el Estadio Nacional fue un lugar donde chilenos y extranjeros fueron torturados y en Chile no hayamos hecho ninguna referencia al respecto", remarcó Fries.

Según datos oficiales, unos 33.000 chilenos fueron torturados por causas políticas durante la dictadura (1973-1990), período en que unas 3.200 personas murieron a manos de agentes del Estado, de los que 1.192 figuran aún como detenidos desaparecidos.

Según las crónicas de la época, el 13 de septiembre de 1973, dos días después del golpe militar que encabezó Pinochet y de la muerte de Salvador Allende, los presos empezaron a ser llevados a este estadio.

El 22 de septiembre, en su primera visita al lugar, la Cruz Roja consignó que había unos 7.000 detenidos entre hombres y mujeres, de los que alrededor de trescientos eran extranjeros.

Entre ellos había argentinos, brasileños, uruguayos, algunos peruanos, ecuatorianos y bolivianos, cuyas selecciones han sido actores de la Copa América que se acerca a su final.

Los prisioneros dormían en los camarines y carecían de camas, con excepción de las mujeres, que disponían de colchonetas tendidas en el suelo y tenían prohibición de recibir visitas de familiares o abogados, mientras que los parientes sólo podían entregar en la puerta ropa o alimentos.

Pasaban el tiempo sentados en las gradas y por los altavoces muchos eran llamados al centro del campo de juego para ser llevados a interrogatorios al velódromo u otros sectores, en sesiones que incluían golpes, aplicación de electricidad, inmersiones en grandes tiestos con agua inmunda y simulacros de fusilamiento que numerosas veces fueron reales.

Entre los ejecutados en el estadio estuvieron los periodistas estadounidenses Frank Teruggi y Charles Horman; la historia de este último inspiró posteriormente la película "Missing" (Desaparecido), de Costa Gavras.

"Los detenidos se quejaron de malos tratos y de torturas. Los delegados y delegados médicos del CICR (Comité Internacional de la Cruz Roja), han podido constatar evidencias de torturas psicológicas y físicas en muchos detenidos", señaló un informe de institución.

En 1973 se jugó el clasificatorio para el Mundial de Alemania 1974 y Chile disputaba una repesca con la Unión Soviética en la que logró un 0-0 en Moscú en el partido de ida. Tras el golpe, la selección de la URSS desistió de viajar al encuentro de vuelta.

Pese a ello, la FIFA programó el partido y la dictadura se apresuró a desocupar el estadio de prisioneros y el 21 de noviembre y en presencia de dos altos dirigentes del organismo, el brasileño Abilio D'Almeida y el suizo Helmuth Kaeser se escenificó el triunfo de Chile por incomparecencia del rival.

El equipo chileno, algunos de cuyos jugadores habían exigido y logrado la liberación de Hugo Lepe, volante de la selección de Chile en el mundial de 1962 y preso en el estadio, participó en la pantomima del inicio del encuentro, que acabó con un gol simbólico de Chile.

Para que la afición estuviera allí, se había programado a continuación un amistoso con el Santos de Brasil, que goleó por 0-5 a la Roja.

La recuperación del estadio Nacional como sitio de memoria ha sido gestionada por el Programa de Derechos Humanos del Ministerio del Interior y por la ONG "Regional Metropolitano de ex presas y presos políticos".

El primer paso se concretó en 2003, cuando el estadio fue declarado Monumento Histórico y ocho lugares específicos como sitios con protección especial, por tener una relación directa con su uso como prisión, entre ellos algunos vestuarios, escotillas, túneles y pasillos.

Los espectadores de la Copa América han podido apreciar, además, en la grada norte del coliseo, una sección que no fue incluida en la remodelación del estadio, iluminada y sin público, que conserva los antiguos tablones de 1973, en cuya parte superior se lee un cartel que dice "Un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro".

Estas iniciativas, según la ONG de ex presas y presos, "no pretende alterar el uso del estadio", sino añadir una misión educativa y de memoria a sus naturales funciones deportivas.

"Es necesario que las nuevas generaciones conozcan esos graves episodios de nuestra historia para que, en el futuro ellos impidan que hechos tan dolorosos se repitan".