Cargando contenido

Ahora en vivo

Seleccione la señal de su ciudad

"Quiero decirles a las Farc con toda seriedad: esto se puede acabar", dice Humberto de la Calle

El jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, en entrevista concedida al periodista Juan Gassaín reconoció que el proceso de paz con las Farc está en su peor momento; aseguró que es probable que un día no los encuentren en la mesa y les advirtió que "esto se puede acabar".

A lo largo de la entrevista, Humberto de la Calle sostuvo que "lo que está ocurriendo es realmente insoportable para los colombianos" y afirmó que es hora de lograr un acuerdo o dar fin a las negociaciones en La Habana, Cuba.

De la Calle, sin embargo, aseguró, que el Gobierno está dispuesto a estudiar un cese bilateral del fuego antes de la firma definitiva de la paz, siempre y cuando sea serio y verificable.

"El proceso está llegando a su fin, por bien o por mal. sea porque logremos un acuerdo, ya que estamos trabajando en la recta final de los temas de fondo o por mal, si como está ocurriendo, la paciencia de los colombianos se agota", señaló el Jefe negociador del Gobierno.

Llevamos casi tres años en estas negociaciones de La Habana, ¿cuánto tiempo más cree que van a durar?

Poco. No soy capaz de darle un plazo porque esa es la pregunta del millón de dólares, pero sí me parece claro es que el proceso está llegando a su fin, o por bien o por mal. O porque logremos un acuerdo, ya que estamos trabajando en la recta final de los temas de fondo. O por mal, si, como está ocurriendo, la paciencia de los colombianos se agota y realmente el riesgo de que esto finalice es real. Yo sí quiero decirles a las Farc con toda seriedad: esto se puede acabar. Algún día es probable que no nos encuentren en la mesa de La Habana. Realmente lo que está ocurriendo es insoportable para los colombianos.

La franqueza es que los colombianos no creen en el proceso de paz. Se acaba de revelar que por primera vez desde que comenzó el proceso más de la mitad del país no cree en la negociación. ¿A qué atribuye usted ese sentimiento nacional?

Es completamente lógico. Es producto de lo que ha ocurrido en los últimos días. A partir de la muerte de los soldados en el Cauca viene una oleada de destrucción de la infraestructura, con impactos terribles sobre la población civil. Es que sin acueducto 45 días Tumaco una ciudad de 160.000 habitantes. Luego las tractomulas que son obligadas a derramar el petróleo; todos los caños del suroccidente del país inundados de petróleo con un daño ecológico cuya recuperación tardará décadas. Luego los pescadores, los sembradores, en la zona Pacífica, en fin. Lo que tenemos realmente es una oleada que afecta a la población civil.

La pregunta más elemental que se hace la gente es esta: si las negociaciones van bien ¿por qué las Farc no dan muestras de buena voluntad?

Las Farc están equivocadas, el problema de las Farc no es con el Ejército, ni con los derechistas, ni con lo que ellos llaman la oligarquía. Es con la gente, porque es a la gente a quien están afectando. Es lógico que la gente haya caído al nivel más bajo del escepticismo en un momento en el que cunde la desesperanza y nosotros tenemos que tener la crudeza y la honestidad de decirle a los colombianos que el proceso está en un mal momento, puede ser el peor momento desde que comenzamos las conversaciones.

¿Usted cree que las Farc pueden llegar a suspender los ataques y acelerar el proceso en vista a la reacción del país?

Yo esperaría que sí, hay declaraciones de un señor Aldecoa, que dice que seguirán los atentados, esto es una locura. Ese camino que han escogido las Farc es insostenible para ellos. Luego que yo confío que podamos recuperar la serenidad y sindéresis y entrar a tomar las decisiones de fondo; este es el momento de las decisiones, esto ya no da para retórica, nosotros no podemos estirar el caucho de las palabras, lo que la gente está esperando son decisiones de las Farc.

(...)Es que si estas conversaciones fracasan el revés para Colombia es muy grande; pese al cuadro que estamos viviendo, nosotros insistimos en continuar las conversaciones. Estamos en el diálogo, buscando a través de la esperanza la solución de un conflicto de esta naturaleza, las Farc tienen que entender esto.

¿Por qué está estancado el tema de la justicia en estas negociaciones?

Primero es un elemento central, es obvio que estamos realmente en el territorio de las decisiones finales; hay unas circunstancias que dicta la realidad, realidad que es muy distinta con lo que ha ocurrido en el pasado. En primer lugar hay unos tratados internacionales que comprometen al Estado colombiano, hay legislación interna que ha ido estrechando, por ejemplo, el marco del delito político, hay una decisión de la Corte Constitucional cuando avaló el marco jurídico para la paz que dijo que era imposible suspender la totalidad de las penas.

Lo que nosotros le transmitimos a las Farc más allá de las decisiones de detalles es: para que haya seguridad jurídica se necesita legitimidad y para que haya legitimidad ustedes no pueden desoír la voz que se desprende de los compromisos internacionales de Colombia, pero sobre todo la voz de los colombianos.

Hay un sentimiento difuso de justicia, los colombianos dicen muy bien, hagan la paz hagan un acuerdo. No hay amnistías generales y no las vamos a hacer; el centro de gravedad de lo que estamos haciendo en La Habana son las víctimas, son ellas las que brindan la dimensión de la impunidad, luego es el territorio más difícil de las conversaciones en mi opinión, pero hay que superarlo en la base de afrontar las víctimas.

Uno de los negociadores de las Farc, Pastor Alape, dijo que las Farc podrían pensar en unas zonas de reclusión especial. ¿Qué es una zona de reclusión especial

A partir del Marco Jurídico para la Paz existe la posibilidad de seleccionar, en primer lugar, los hechos más graves, para que sirvan como patrón o referencia: una masacre, secuestros, violencia sexual. Una comisión independiente hace esa selección que le sería entregada a la Fiscalía para que escoja quiénes fueron los que cometieron esos delitos que tienen carácter internacional. Lo que se busca es limitar la acción penal a ese tipo de delitos y a sus máximos responsables. A ellos se les aplicaría la misma pena que dictan las leyes vigentes, pero que podría reducirse a una pena alternativa que se pague en condiciones de dignidad, sin rejas ni pijamas rayadas.

Pero hay que asumir las consecuencias judiciales de los actos, reparar a las víctimas y dar garantías de no repetición. Eso es lo que hemos llamado justicia transicional, que ya las Farc, en un paso que les reconozco, han dicho que están dispuestas a aceptar.

El expresidente Álvaro Uribe Vélez ha propuesto lo que el llama zonas rurales de concentración de guerrilleros, con armas, ¿Usted comparte la posición del expresidente Uribe? ¿Le parece viable?

A mi me parece supremamente constructiva y me parece que tiene razón; uno puede discutir la oportunidad en que momento esto es realista, es práctico y viable o no. Pero la idea que uno tiene en el llamado Fin del Conflicto que es el punto tres de la agenda, es que si es necesario promover zonas de concentración, que pueden ser temporalmente con armas hasta cuando se logre la refrendación o las decisiones que tengan que tomar los colombianos y luego un proceso de dejación de armas, que es una condición esencial para un acuerdo, es necesario que las Farc asuman su obligación de dejar las armas y reincorporarse a la vida civil.

¿El Gobierno puede garantizarles a las Farc que en caso de firmar el proceso de paz no serán extraditados si un juez de Estados Unidos los pide, por ejemplo, por narcotráfico?

En Colombia quien finalmente decide sobre extradiciones es el jefe del Estado. Pero me parece que hay que ir un poco más allá, nosotros sí tenemos que crear un marco, derivado de un acuerdo de paz, con el respeto, la seguridad y la legitimidad, que señale también a los países reclamantes de colombianos que respetan un marco de esa naturaleza y eso es lo que permite que las decisiones nacionales no entren en una controversia sino que haya un apoyo internacional a una paz duradera en Colombia, y que eso haga innecesarias las extradiciones.

Eso es posible porque, aunque parezca una paradoja, el proceso ha encontrado más apoyo afuera que aquí adentro. También es verdad que aquí es donde sufrimos las consecuencias.

¿En Colombia el posconflicto prácticamente ya empezó? ¿Posconflicto con esto que está pasando?

Eso quiere decir varias cosas, primero, que hay zonas de verdadera paz en Colombia. Segundo y aunque haya gente que no lo cree, todas las cifras de seguridad han mejorado en Colombia, la reducción del homicidio este año es histórica: 443 muertes menos que el año pasado o sea que estamos en una tasa de 26 por cada 100.000 habitantes, lo cual no es una maravilla, ni este es el paraíso, pero el descenso es dramático, en este momento tenemos la tasa de secuestros más baja de los últimos 14 años, no es que yo diga que tenemos que aplaudir, pero la situación es muy distinta. A eso se refería el Presidente con los del posconflicto

respecto a la Comisión de la Verdad, el procurador Alejandro Ordóñez ha dicho que fue hecha a la medida de las Farc y que, en consecuencia, no será una comisión que trabaje con la verdad de las víctimas

Si queremos dar el paso a una paz duradera, la verdad es un ingrediente necesario, como la justicia y la reparación. Es con todas las realidades, las macabras acciones de las Farc, pero también las de otros agentes, incluso del Estado, hay que reconocerlo. En el mundo de hoy no es posible hacer una paz sin la verdad, porque el centro de esto, y el ancla, son las víctimas, la gente humilde me agarra del brazo, angustiada, y me dicen, Doctor, ¿qué pasó con mi hijo o con mi padre?. Y que las reparaciones económicas no les interesa, lo que quieren es saber la verdad.

Sobre el tema de tierras

Afirmó que hay en total hay 22 mil demandas de restitución de tierras, y señaló que “hay que dignificar el campo donde comenzó el conflicto, y podría ser interesante porque hay que darle importancia a las familias campesinas de cara a la globalización, proceso en el que hay que avanzar con o sin las Farc” puntualizó Humberto de la Calle.

A propósito de eso que nos espera en materia política, llegando a un acuerdo ¿Unas curules para las Farc en el Congreso, sin necesidad de que participen en elecciones?

Con algún tipo de medida no hemos precisado en eso. Yo tengo que ser totalmente honesto y decirles, así me lluevan tomates, que en una primera etapa, netamente transitoria, el Estado y el país tienen que abrir la mente a la participación de las Farc como partido político desarmado. Tienen que abrirse dignamente las puertas políticas para las Farc. Más allá de si hay curules o no, porque eso habrá que discutirlo, creo que los colombianos tenemos que prepararnos para obrar con generosidad en ese momento. Cincuenta años de violencia, el terror de los colombianos. Hay focos de conflicto en Colombia que tenemos que asumirlos y administrarlos con inteligencia

Con el petróleo a 60 dólares ¿Con que vamos a financiar el posconflicto?

La Plata no cae del cielo ni nace de los arboles. Colombia tiene que cumplir los acuerdos y debemos buscar otros tipos de fuentes. Tenemos que pensar en el posconflicto en grande y hay que dar esos pasos. O estarán esperando el petróleo a ciento diez dólares