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Rezadora de difuntos, tradición que busca no morir

Una de las tradiciones en Cartagena que no ha desaparecido es la Rezadora de Difuntos, mujer que es contratada en las velaciones y sepelios para acompañar con oraciones el eterno descanso del fallecido.

En esta ciudad donde existieron las plañideras o mujeres a las que les pagaban por llorar en los velorios, están las cantaoras de San Basilio de Palenque y están las rezadoras, una de ellas es Asela Zúñiga Villareal que a sus 82 años de edad conserva la lucidez de una mujer adolescente.

Con su voz jovial, su rigurosidad en la mente para las oraciones y su impecable luto, llega todos los fines de semana al Cementerio de Manga para participar de los velorios y sepelios en donde ofrece sus servicios que comienza con el Dios te Salve Reina y Madre y termina con un Padrenuestro frente al ataúd.

Para ir al cementerio, esta mujer se prepara con un vestido adecuado de tonalidades moradas o negro, cintillo en la cabeza, zapatos bien lustrados y la sombrilla que no puede faltar para el sol.

Como muestra de su fe, doña Asela además carga colgado en su cuello un Rosario y una manilla con las imágenes de varios santos y antes de comenzar cualquier actividad se echa la bendición, sobre todo cuando comienza la jornada laboral para pedirle a Dios que el día traiga buenos clientes.

Por las oraciones a esta mujer le pagan entre tres mil y cinco mil pesos en cada uno de los velorios y antes de partir agradece a los parientes del difunto a quien también visita en el ataúd.

Doña Asela Zúñiga asegura que no le tiene miedo a la muerte, pero la respeta, por ello no tiene ningún tipo de agüero que esté relacionado con los muertos.

La tradición de rezadora es centenaria, luto riguroso en su vestir y actividades que van desde el velorio hasta el aniversario o mes del difunto, viacrucis, Santo Rosario, la corona de San Francisco e innumerable cantidad de rezos que llevan en su memoria como su estilo de vida y su sustento.